La obra de Sacha Tebó ostenta inconfundibles dimensiones caribeñas. Su producción responde a una intención bien lograda de síntesis donde concurren factores asociados a la espiritualidad, geografía y la sociedad de la región. Se acerca a los temas de manera particular esforzándose por presentar los aspectos ocultos existentes en ellos. Son presencias esquematizadas que parecen emparentar con expresiones preliterarias. Realza interpretaciones que requieren de descubrir situaciones olvidadas, cuya reaparición nos sorprende. Suscita así connotaciones dirigidas a apoyar a aquellos que aspiran poder explicar quien se es y de donde se proviene.
La creatividad de Tebó le ha llevado a articular un lenguaje artístico que le permite abstraer las formas en ebullición del ámbito cotidiano. Esa característica le conduce a extraer las líneas esenciales de cada ente, de esta manera origina representaciones que resume en pinceladas cuyos cursos rápidos parecen entroncar con las propiedades de la escritura cuneiforme.
Las dilatadas auras de los seres impresos en los lienzos de Tebó constituyen un espacio de transmisión que facilita su engranaje al borde circundante. Por su parte, el entorno de los personajes centrales es poblados de siluetas expresados en rasgos sencillos que constituye el título de la tenacidad.
La visión cosmológica de Tebó presenta un mundo puro y nos encontramos ante una producción que no ha sido concebida para ser racionalizada debido a los vínculos consagrados. En el que hacer del pintor se divisan condiciones apropiadas para dar asilo a temas inagotables.
Al observar la efectividad constante de las composiciones de Tebó, nos percatamos de cómo el artista pugna contra los principios efímeros que han dominado el siglo XX. La centuria, a punto de expirar, ha estado a punto de expirar, ha estado a la merced de los vaivenes vanguardistas.
Cuando el artista logra abrir caminos en el contexto de lo esencial, surgen trabajos que permanecen al margen del tiempo. Son creaciones en que pueden coincidir simultáneamente varios niveles vitales. Se diferencian unos de otros por el uso de un colorismo representativo del estado de realidad en el cual se encuentra. Es curioso que el coincidir estas estereologías dan la impresión de convertirse en mapas cuyas rutas sobrepuestas resultan paradójicas cual si fueran el resultado de un palimpsesto a través del cual se evidencian diferencias culturales que pueden coincidir en un mismo espacio.
Nos encontramos ante un quehacer artístico expresado en códigos que en el momento cuando creemos tenerlo solucionadas sus claves nos surgen nuevos retos. Quien aspire interpretar los enigmas propuestos verá cómo tendrá que repetir la operación constantemente a distintos planos. Esa sucesión ininterrumpida de acercamientos, hace a los interesados sentirse convidados a revisitar los cuadros cuantas veces podamos para desarrollar otros ciclos analíticos. El contrapunto metafórico de la obra de Sacha Tebó, revela la rara elocuencia de quien puede condensar todo un discurso en un parlamento.
José Antonio Pérez Ruíz
San Juan, Puerto Rico